Antonio Muñíz
Tiempo de tormentas
(Por Antonio Muñíz) En estos días el gobierno firmó el acuerdo con el FMI por 50 mil millones de dólares. Este hecho marca varias cosas que deben ser evaluadas con seriedad, porque condicionan el futuro de corto y largo plazo.
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El Gobierno quemó sus naves, ya no tiene vuelta atrás. Se acabó el relato y el supuesto gradualismo. De aquí en más debe profundizar el ajuste y la reestructurar económica y productiva del país a los designios del FMI, el Consenso de Washington y los grupos concentrados de la economía argentina.
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Ese ajuste pactado con el Fondo significa un ajuste salvaje sobre los sectores medios y bajos de la sociedad, las Pymes, el comercio y casi todos los sectores asalariados ligados al mercado interno.
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De más esta decir el alto costo que pagarán estos sectores y el consecuente daño sobre todo el tejido social y productivo que generará este acuerdo. Lo más grave es que, además, condicionará también a las generaciones futuras. Argentina tiene varios recuerdos todavía frescos en la memoria, y sino, hay que ver el resultado de estas políticas en los países donde se aplican.
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Muestra también la incapacidad manifiesta de la clase política tradicional. La UCR es socia y cómplice del gobierno de Cambiemos y gran parte de la dirigencia política y gremial del peronismo se comporta como le pide el sistema: ser una oposición seria y moderna, que garantiza la gobernabilidad. Para ser más sencillo, por acción u omisión, la dirigencia peronista se convierte en cómplice del modelo de saqueo y destrucción. La dirigencia de la central obrera muestra en estos días su lado más genuflexo ante el poder, traiciona a sus bases y a la patria.
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Los sectores de izquierda deambulan como siempre entre su autismo ideológico y su anti peronismo militante, que los termina alejando de los sectores populares que dicen o quieren representar. Al no reconocer a su enemigo principal, la oligarquía y los sectores concentrados terminan volcando su energía militante, que la tienen, en un anti peronismo pueril y asociándose muchas veces con los enemigos del pueblo trabajador. El ejemplo más notorio aunque no el único, fue el apoyo de los partidos de izquierda al “campo” durante el conflicto de la 125.
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Las políticas de ajuste han generado muy diversas manifestaciones sectoriales de repudio por parte de sectores afectados y dos grandes movilizaciones multitudinarias. Una, la del 25 de mayo, bajo la consigna “La Patria está en peligro”; la otra reeditó una idea y el nombre de una convocatoria de la década del 90, la Marcha Federal.
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La primera, si bien muy numerosa, fue convocada formalmente por artistas y algunos dirigentes sociales, congregó en su mayoría al kirchnerismo disperso, algunas organizaciones sociales y barriales, gremios alineados o cercanos al kirchnerismo. Fue un acto fuerte, con discursos contrarios a los acuerdos con el FMI. Por los menos en las primeras imágenes se vio mucha gente suelta, de clase media porteña y del primer cordón.
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La segunda movilización se convocó a partir de los movimientos sociales: CETEP, Movimiento Evita, Barrios de Pie, agrupaciones de izquierda y gremios como Camioneros y Bancarios, etc. Se hizo evidente la participación de organizaciones muy ligadas al Papa Francisco.
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Resultó notorio, en ambos actos, que la dirigencia gremial y política no subiera a los escenarios, salvo excepciones, y los vieran desde la multitud.
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Además, en ambos casos quedó evidenciada la falta de conducción del conjunto y la de un proyecto común convocante. Las consignas contra el FMI no alcanzan para conformar un espacio opositor mayoritario frente a la alianza gobernante.
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Es justo reconocer que así planteada la lucha en las calles desde posiciones sectoriales o reclamos puntuales, por más valederos que estos sean no alcanzan a mover el amperímetro de la realidad social y política.
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Lamentablemente, terminan siendo expresiones catárticas por parte de sectores de la sociedad que se sienten agredidos por las políticas gubernamentales que no esmerilan al gobierno y que, a veces, logran el efecto contrario al adherir al gobierno a sectores que se ven agredidos por los cortes, el caos en el tránsito y el desorden generalizado.
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Es indudable que la crisis de la economía es muy grave. El acuerdo con el Fondo y las políticas de salvataje del último mes fueron victorias pírricas, ya que con un muy alto costo no solucionaron los problemas, sino simplemente los postergaron. Por lo que es de prever una escalada en la conflictividad social.
- Y por lo tanto, hay que esperar una escalada de la represión gubernamental para controlar la protesta. Hay que tener claro que la derecha gobernante es una derecha violenta y represiva, que no ahorrará sangre popular para mantenerse en el poder y sostener su esquema de negocios. Es la misma clase que masacró los gauchos del interior en el siglo XIX, peones en la Patagonia en el siglo XX, bombardeo Plaza de Mayo en 1955 o “desapareció” a más 30 mil militantes populares durante el Proceso.
Un poco de prospectiva
Debemos construir y analizar posibles escenarios futuros sobre el devenir político, económico y social, para poder diagramar acciones, tácticas y una estrategia política de enfrentamiento con el modelo de restauración neoliberal conservadora.
El ajuste salvaje a implementar por el gobierno irá alejando y radicalizando cada vez más a los sectores agredidos, esto agudizará el conflicto y la presencia de protestas populares en la calle. La represión estatal, que sin duda aplicará el gobierno para disciplinar a los revoltosos, hará que el conflicto crezca exponencialmente hasta que haya movilizaciones masivas que nucleen a los obreros agremiados, movimientos sociales, juventudes, clase media y sectores de la pequeña burguesía, como empresarios Pymes o comerciales que hagan caer al gobierno de Macri. El mismo escenario, acelerado por una crisis económica interna, producto de la inviabilidad del modelo gobernante y la impericia de los cuadros de gobierno.
Todo esto se ve agravado por la agudización de las crisis internacionales de EE.UU., Europa y la guerra en Medio Oriente.
Políticas de ajuste, protestas sociales en escalada, represión sobre la protesta, situación de caos permanente pero que, el gobierno puede manejar como hasta ahora y le permita llegar, aun desgastado, a las elecciones de 2019, con Macri postulado a la re elección, o en su defecto, algún/a candidato/a alternativo/a que garantice la continuidad. La probabilidad más evidente es la candidatura de María Eugenia Vidal, pero no la única.
Por supuesto que en la realidad pueden acontecer entre éstas y otras variantes mezcladas. Una posibilidad que sectores del poder económico barajan es que cuando el ciclo macrista se termine, es necesario que el peronismo sea el garante de la continuidad del modelo. Para eso instalan figuras como Urtubey o Massa, como referentes de “un peronismo moderno y serio”.
Es cierto que sectores importantes de la oposición ven como escenario una salida anticipada de Macri en helicóptero, que una gran movilización popular se exprese en las calles y obligue a una fuga del macrismo.
A priori, todos estos escenarios y algunos otros más apocalípticos pueden parecer factibles, dada nuestra experiencia histórica y la profundidad del colapso financiero y de la economía real a que nos llevarán las políticas del macrismo y del FMI.
Hay que tener claro que enfrentamos a un enemigo muy poderoso. La alianza gobernante está compuesta por un partido político con estructura nacional como la UCR; un partido como el PRO, que es una usina de dirigentes y cuadros medios formados en la lógica empresarial, los sectores de la economía más concentrados, el sector bancario financiero y los medios, entre otros, que manejan con destreza, por lo menos hasta ahora, los resorte de la justicia, la prensa, los aparatos de represión, etc. Hay que sumarle a eso su alianza con EE.UU. y los regímenes de derecha del mundo y enancados en una oleada neo conservadora que tiene peso sobre todo en Latinoamérica.
Como decía un viejo director técnico “uno puede plantear la mejor estrategia en el pizarrón, pero no hay que olvidad que el otro equipo también juega”.
De la protesta sectorial al movimiento nacional y popular
Decíamos más arriba que las protesta callejeras, algunas muy numerosas, muestran las limitaciones de estas políticas. La manifestación de diciembre contra la Reforma Previsional y Laboral fueron exitosas porque hicieron retroceder al gobierno en la Reforma Laboral y le hicieron pagar un costo muy alto por la Reforma Previsional, a pesar de que fue aprobada.
Si bien hay que tener claro que en la lucha política callejera todo suma hacia el objetivo final, en etapas de resistencia hay que pensar la política como una “guerra de guerrillas”: golpear al retroceder y volver que a golpear, buscando el agotamiento y el desgaste del enemigo.
Sin embargo, como señalamos más arriba, las últimas movilizaciones dejan como corolario, que este tipo de manifestaciones sectoriales, por más legítimas que estas sean, contra un enemigo tan poderoso, son insuficientes y a la vez peligrosas para las fuerzas populares, porque implican un fuerte desgaste de la tropa propia, y una causa de desmoralización sino se ven resultados rápidos. Juan Domingo Perón decía en Conducción Política “El principio de la economía de fuerzas establece como condición fundamental para vencer en la lucha política que es necesario ser más fuerte en la acción, en el momento y en un el lugar donde se produce la decisión”.
O más claro: “El principio de la economía de fuerzas consiste en ser más fuerte, vale decir, en dominar la situación política en un lugar y en un momento: en el lugar donde sea decisiva y principal.”
La unidad del campo popular (1)
La unidad de las fuerzas populares es requisito indispensable para conformar una coalición política potente, que pueda enfrentar a la alianza hegemónica. Pero además se requiere trabajar un concepto algo olvidado, la unidad nacional. Debemos poner fin a la construcción de la “grieta”, idea desarrollada por el grupo Clarín y sus adláteres, para dividir y restar al campo popular. La división argentina siempre ha sido la misma, pueblo versus oligarquía, o nación o colonia. Por eso es necesario recuperar estos viejos conceptos como directrices estratégicos hacia el futuro.
La unidad debe ser amplia, sin sectarismos ni exclusiones. Quien divide por derecha o por izquierda le hace juego al macrismo. Debemos sumar a todos aquellos sectores cuyos intereses concuerden con el ideario nacional y popular, a aquellos agredidos por el modelo, a todos aquellos que quedan afuera del sistema.
Como decíamos, el criterio de unidad debe ser amplio, y tener claro que “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”.
La unidad nacional no es sólo necesaria para enfrentar al neoliberalismo, sino y sobre todo, para gobernar después. La herencia que ese gobierno dejará a las futuras generaciones será terrible, por eso se hace necesario realizar un gran trabajo colectivo para restaurar las heridas y reconstruir la patria.
La herramienta de construcción para alcanzar el objetivo de la unidad, el gobierno en el 2019 y gobernar después es la reconstrucción del Movimiento Nacional y Popular de liberación. Es necesario generar además un programa de gobierno, que de potencia, pero también contención y pertenencia al movimiento.
Movimiento y proyecto nacional
Es necesario generar un movimiento nacional que supere los estrechos límites de los partidos políticos. Por supuesto que estos, con pertenencia popular, deben formar parte de ese movimiento. Pero, sólo eso no alcanza, hay que sumar al sector obrero organizado, a los empresarios, a las organizaciones sociales, clase media, colectivos culturales, feministas, ecologistas, etc., y a todas las “organizaciones libres del pueblo”, como las definía Perón.
Para unir a todos estos sectores, a veces con intereses contradictorios, es necesario generar un proyecto nacional colectivo e integrador, que además pueda enamorar a amplios sectores sociales.
El General Perón nos legó meses antes de su muerte El modelo argentino para el proyecto nacional. Allí están las bases para la formulación de un modelo de país.
El Modelo representa desde su título la orientación ideológica del pensamiento peronista, una doctrina que reivindica la inteligencia nacional de un país que necesita pensarse como primer protagonista de su desarrollo económico y cultural: “Una ideología creativa que marque con claridad el rumbo a seguir y una doctrina que sistematice los principios fundamentales de esa ideología”. Por este motivo, un proyecto nacional sólo puede encontrar sus bases en un “método argentino”, es decir, situado de manera realista en su contexto histórico, social y político. (JDP. 1974). (2)
Ejes para el Proyecto nacional
Es necesario pensar un proyecto de país diferente, que rompa la lógica de gobiernos populares versus gobiernos neoliberales. Es necesario llamar a una asamblea constituyente que nos de una nueva constitución, moderna, que garantice la democracia directa y social y a su vez desmontar todo el aparato legal que da sustento al modelo de dominación y al neoliberalismo: la ley de inversiones extranjeras, la ley de entidades financieras, profundizar la ley de medios, ordenamiento de la justicia federal, corroída por la corrupción y la injerencia de los servicios, nacionalización del comercio exterior y de los recursos naturales y energéticos. Llevar a cabo una reforma fiscal que permita cobrar impuestos a los que tienen capacidad contributiva y una reforma educativa que desburocratice y la ponga al servicio de la comunidad.
Una alianza entre el estado, los gremios y el sector empresario Pyme para impulsar el desarrollo productivo basado en la industria, en el mercado interno, el pleno empleo y salarios altos. Sumarle a esto la investigación y el desarrollo que generen las universidades nacionales para la producción.
Entre otras muchas cosas por hacer, es fundamental saldar una deuda con los sectores más vulnerables, un ambicioso plan de acceso a la tierra y a la vivienda, que además pueda generar puestos trabajo.
La tarea por venir es titánica, porque además de los problemas que vamos a heredar, nos van a dejar la deuda como un condicionante a futuro.
El movimiento nacional estará obligado a ir a fondo contra la estructura económica concentrada, extranjera y oligopólica de la Argentina, a la vez que construye una base social sólida sobre la cual sustentarse a través de la organización popular y una democracia social. Sólo el apoyo de un pueblo movilizado y organizado, consciente de sus derechos, podrá dar el respaldo necesario para dar las batallas decisivas contra las oligarquías y el imperialismo.
En caso de no hacerlo, vamos a otro fracaso. En ese caso el peronismo ser convertirá en un mero administrador de la crisis. La verdad es que el peronismo no nació para eso, o es un ariete en la lucha por la liberación nacional y social, o no tiene razón histórica de existir.
En la dura y compleja etapa histórica que se avecina, el país requiere del compromiso, la inteligencia y el valor de una dirigencia política con vocación nacional, patriótica y revolucionaria.
Notas
(1) http://causapopularynacional.blogspot.com/2017/10/partido-o-movimiento-por-antonio-muniz.html
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