Por Gabriela Cabanillas
EL INAES EN LAS POLITICAS DE GÉNERO.
Desde el gobierno se viene dando un fuerte impulso a las políticas de género y El Instituto Nacional de la Economía Social forma parte de esta política integral. Motor Económico entrevisto a Zaida Chmaruk integrante del directorio del Instituto y quien lleva adelante junto con su equipo las políticas de género y producción dentro del INAES.
Cuáles son las principales ideas que orientan a esta gestión del INAES en cuanto a la economía social en relación a la producción y a la igualdad de género?
Son dos de los principales ejes de trabajo de esta gestión. Por un lado fortalecer el perfil productivo que ya existe en la economía social y poder darlo a conocer. Esto implica a su vez desarmar el prejuicio que existe sobre el sector que siempre es pensado como un lugar de contención y de asistencialismo. Cambiar esa matriz y pensarlo como un sector productivo no afecta sólo a cómo lo ve la sociedad sino que también influye sobre qué tipo de políticas se piensan para la economía social.
En cuanto al tema de género es muy importante ese debate dentro del Instituto, intentamos impulsarlo fortaleciendo el Área de Géneros y Diversidad, que ahora se jerarquizó y se constituyó como Unidad de Géneros y Diversidad. Pero también es importante impulsar la igualdad de género dentro de todo el sector de la economía social, no sólo en el Estado, también trabajamos con la Comisión Asesora de Géneros y Diversidad, en la que participan las cooperativas y mutuales. Es clave que todas las políticas se construyan con participación del sector y que así también sean tomadas como prioritarias por esas entidades. La de genero es central dentro de esta política
¿Qué otro eje de trabajo tienen como prioridad?
Otro eje de trabajo que me parece fundamental, que es algo muy propio de la cultura solidaria de la economía social, es impulsar que se fortalezca la cooperación entre cooperativas y mutuales. Es un paso indispensable para poder potenciarse entre sí. En esto hay experiencias concretas muy positivas, como por ejemplo en la zona de Cuyo, donde se pudo construir un marco de cooperación entre las cooperativas vitivinícolas y las mutuales, con lo cual se pudo lograr que las cooperativas accedan a financiamiento para poder trabajar plenamente durante la vendimia y asegurar la cosecha y todo el inicio del proceso de elaboración del vino. Es una muestra muy clara de cómo se puede potenciar el sector con sus propias herramientas y a la vez ser un actor protagónico en las economías regionales, porque son cooperativas vitivinícolas que trabajan en más de 25 mil hectáreas de viñedos.
Existe una visión dentro del INAES para potenciar a la economía social a desplegar y mostrar más su rol productivo, cómo ves la relación entre el sector pyme y la economía social?
En principio parece que en algunos aspectos son dos sectores que tienen diferencias en su naturaleza, en su forma de constituirse, en su cultura. Pero también en el día a día tienen muchas similitudes. En épocas de crisis, por ejemplo, es virtualmente imposible acceder al crédito bancario tanto para las pymes como para las cooperativas. Cuando se cae el mercado interno, se cae para los dos sectores. Cuando hay gobiernos de derecha, de ajuste, los dos son sectores marginados. Entonces esas similitudes también hacen pensar que hay espacio para construir una relación más fluida y virtuosa entre esos dos mundos. Esa relación hay que hacerla crecer y fomentarla para generar un entramado que sea alternativa. No creo que nos sirva pensar un entramado de pymes y economía social que “compita” en términos capitalistas con los monopolios, sino que exprese un modelo alternativo de organizar la producción.
En este contexto en que el tema de los formadores de precios y de los aumentos en los alimentos está en plena discusión, cómo creés que puede aportar la economía social a dar esa disputa?
Para mí desde la economía social se puede hacer un gran aporte, pero pienso que eso no es la solución. La problemática de los formadores de precios es un tema de decisiones políticas. Para combatir la inflación la llave está en el poder que manejan los 4 o 5 monopolios u oligopolios que hoy concentran la producción, la distribución y la comercialización de los alimentos. Y en ese sentido la economía social puede aportar mostrando que existe una alternativa, que es falso pensar que si no es con esos 4 o 5 grupos de poder entonces no hay alternativa. Un ejemplo concreto de esto fueron los ya conocidos bolsones de alimentos agroecológicos, que muestran que existen opciones por fuera de los grandes comercializadores de alimentos, que son de mejor calidad, más sanos, y a precios justos.
Si pensamos que en Argentina la economía social representa casi el 10% del PBI, que tiene alrededor de 2 millones de trabajadores y trabajadoras, que tiene gran protagonismo en las economías regionales del interior, como lo que comentábamos antes sobre Mendoza, no estamos hablando de un sector menor.
Ahora, por ejemplo, estamos trabajando con cooperativas y mutuales de productores y comercializadores de alimentos, con organizaciones de la agricultura familiar campesina e indígena, con todos esos sectores, en el desarrollo de un programa justamente de producción, distribución y comercialización de alimentos. Y eso evidencia que hay una alternativa en el trabajo conjunto y potenciado de esos sectores y desmiente que sea sólo la producción capitalista monopólica la que puede satisfacer las necesidades. Casi el 50% de la población del país está vinculada a la economía social de una u otra forma, eso muestra que hay muchas necesidades sociales que se satisfacen con esas 11 mil cooperativas y 3 mil mutuales que hay en la Argentina.
Hablábamos también de la participación de las mujeres, del crecimiento de la agenda de la igualdad de género en la economía social. Qué rol puede jugar la economía social cuando hablamos de temas como la feminización de la pobreza?
Hay varios temas que se suman para construir la feminización de la pobreza, pero uno en el que yo veo que hay grandes posibilidades de aportar es en el tema de la violencia de género dentro del ámbito del hogar, donde como contracara de esas mujeres o diversidades violentadas hay una imposibilidad de construir una independencia económica y eso hace que se vean obligadas a quedarse en ese lugar. Muchas veces son situaciones sostenidas en el tiempo, o sea que son mujeres sin experiencia laboral, y eso hace que para el trabajo en relación de dependencia no sean consideradas. Entonces el trabajo autogestivo, el trabajo cooperativo, es un principio para empezar a construir esa salida. Ni hablar de las travestis u otras diversidades, que si no es autoorganizandose y autogestionandose no tienen posibilidad de conseguir trabajo (más allá de la ley de cupo travesti-trans). En eso ya se empiezan a ver experiencias muy buenas.
En la economía social se viene consiguiendo una mayor participación de las mujeres en las entidades, pero en algunos casos, quizás más notoriamente en las mutuales, siguen siendo amplia mayoría los hombres en cargos directivos. Cómo se rompe el "techo de cristal" en organizaciones que por su vida interna democrática una supondría que deberían ser más propensas a que no exista ese techo?
A veces me da la sensación de que para algunas concepciones es importante el lugar de las mujeres y diversidades pero siempre que se remitan a discutir cuestiones de género. Como si fuera que ese es el lugar que “nos toca”. Nosotras tenemos que instalar fuertemente que construir un movimiento cooperativo y mutualista feminista, una economía social con todas y todes, no es que las compañeras y compañeres tengan su lugar para discutir sobre género y diversidades. Para que sea con todas y con todes tenemos que ser protagonistas en lugares con capacidad de decisión, tenemos que tener iguales posibilidades de dirigir, de ocupar y ejercer espacios de poder. Sino somos el decorado y no estamos acá para ser el decorado.
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