Política nacional

“Madres y padres al borde de un ataque de nervios”

LAS JUGARRETAS DE LARRETA

( Por Marcos Doño ) En una sobreactuación televisiva y “al borde de un ataque de nervios”, se ve a madres y padres manifestándose a minutos de que el presidente Alberto Fernández ha anunciado el DNU que obliga a las escuelas dela ciudad de Buenos Aires retomar la modalidad de clases virtuales por espacio de quince días, como una medida imperiosa para contrarrestar el aumento exponencial de contagios, muertes y saturación hospitalaria debido a la segunda ola del Covid19. Incitados por los protagonistas de la derecha más recalcitrante del PRO y sus aliados del agonizante partido Radical, estos manifestantes hacen de la presencialidad en las aulas una épica grotesca.

Apenas había sido anunciada la medida por cadena nacional, que la caterva reaccionaria salió a pronunciarse en distintos puntos de la Capital y el Gran Buenos Aires, en su intento de provocar confusión y caos, parte del repertorio recurrente con el que expresan su mezquindad política. Como inspirados en un canto que pareciera decir: “todos complotados triunfaremos”, la televisión adicta al macrismo y a la estupidez anticientífica se suma a la histeria para otorgarle algún sentido de masividad. En el canal de cable LN+, recientemente adquirido por el ex presidente Mauricio Macri, se puede ver auna ultramontana Patricia Bullrich, la mandamás oficial delPRO, vociferar incongruencias y amenazas, además de hacer de consoladora del llanto de una de las madres reclamantes, que descansando su cabeza en el hombro de la ex Ministra de “Represión”, voceaba tembleque: “Los chicos no se mueren de eso [covid19]…, me lo dijo el pediatra”.

En simultáneo, en el canal de cable TN, propiedad de la corporación Clarín, la transmisión muestra una manifestación frente a la Quinta presidencial de Olivos, que entre el tañer de sus cacerolas, los epítetos y los escupitajos a las caras de los policías que hacen la custodia del predio, proclamaban no acatar la medida.

En ese festival variopinto, una mujer baila a lo Isadora Duncan envuelta en una bandera argentina, mientras cerca suyo otra actriz maternal pide piedad por el llanto irreparable de su hijita, quien desde el momento en que se enteró [por ella] del DNU, no ha dejado de llorar desconsolada “porque el Presidente le quitó la posibilidad de ir a la escuela y poder ver a sus maestros y a sus amiguitos”.

En ese clima de violencia in crescendo, finalmente hizo su aparición el protagonista de la obra, el Jefe de gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta. Y en un acto de sedición por cadena,ajustado al milímetro a su guion electoralista, “decreta” que las clases seguirían siendo presenciales,por lo que el día lunes todos deberán asistir a la escuela. La hora del anuncio llegó a las 22 del domingo, una tardanza estratégica que buscó ponerle más tensión a su tono de arenga, que lejos de mostrar preocupación por la salud de la población mostró ostensiblemente ser una demostración de poder, de cómo ejercerlo,y hasta dónde será capaz de llegar con cada movida de su carrera hacia la presidencia de la Nación. Para decirlo coloquialmente, su mensaje podría resumirse como: ¡Aquí mando yo!

Concluido su anuncio-proclama de neto corte golpista, le escuché decir a un bienintencionado e igualmente ingenuo periodista de la televisión, que Rodríguez Larreta, uno de los fundadores del PRO, era un hombre democrático que estaba siendo empujado porla feroz interna de su partidoa cruzar el límite más extremo de su ideología. Nada más lejos de la verdad, si se tiene en cuenta la trayectoria, la herencia familiar, y lo actuado en todos estos años de su mandato.

¿De dónde viene Horacio?

El Rodríguez Larreta de trato fríamente afable, cualidad que muchos han querido ver como un signo de su capacidad de diálogo, es, en lo esencial, un hombre profundamente autoritario, que ha demostrado ser parte de ese tapiz histórico que tejióla oligarquía argentina, la de sus ancestros más conspicuos. Por eso, su aparente bonhomía no debe ser entendida sino como la actuación de un papel comunicacional que le ha rendido muchos frutos.

¿Pero quién es en realidad el Jefe de Gobierno? No estaría demás rascar en la memoria histórica para hacer un rápido recorrido, en pos de echar algo de luz a muchas de sus conductas.

Como referencia más lejana, el primer Larreta que pisó este continente fue Pedro de Larreta, nacido alrededor del año 1530. A mitad del siglo XVIII, cuando se producen las Reformas Borbónicas que promueven una oleada migratoria hacia América, medida que buscaba acotar el poder naciente de los criollos, una rama de este apellidose establece en las colonias españolas, más precisamente en las ciudades de Lima y Montevideo, donde con el comercio y el contrabando amasaron una fortuna.

Ya más cercano en el tiempo, en el siglo XIX, cuando la Argentina se había independizado, se encuentra a los Larreta en Buenos Aires, ligados a lo más rancio de la oligarquía terrateniente. En este sentido, vale mencionar, la pertenencia del actual Jefe de gobierno macrista a la larga lista de la clase dominante del país, lo que se refleja en su apellido completo: Horacio Antonio Rodríguez Larreta Díaz Alberdi. Y sólo alcanza con recorrer su árbol genealógico para encontrar a este apellido ligado a las familias de más alta alcurnia:Blaquier, Santamarina, Patrón-Costas,Pereyra-Iraola, Marcó del Pont, Peralta-Ramos, Díaz-Alberdi, Anchorena, Beláustegui, Martínez de Hoz, Álzaga Unzué, y sigue la lista.

Ya consolidado el Estado Nacional, a fines del siglo XIX, encontraremos a los Larreta ligados a distintos gobiernos conservadores: como embajador en París, Canciller, presidentes del Jockey Club, dueños de diarios y ferrocarriles, y otros tantos cargos. Pero hoy nos toca destacar, porque hace directamente a nuestro presente, tres de sus antecesores. Uno de ellos fue Francisco Rodríguez Larreta, representante diplomático en el Paraguay durante el genocidio conocido como la Guerra de la Triple Alianza, quien terminaría fusilado por orden del Mariscal Francisco Solano López, en 1868. El otro, más cercano aún, es Horacio Rodríguez Larreta, el hermano de su bisabuelo, quien se desempeñó como Procurador General de la Nación entre 1923 y 1935, y cuya actuación selló el destino del país, dando vía a la acordada de la Corte Suprema de la Nación, que legitimó el golpe de Estado de Uriburu que derrocó el gobierno de Hipólito Yrigoyen en 1930. Por último, tenemos al padre del actual Jefe de Gobierno porteño, su homónimo Horacio Rodríguez Larreta y Leloir, un importante terrateniente y productor agropecuario ligado a la Sociedad Rural, quien además formó parte del Movimiento de Integración y Desarrollo (MID) bajo el padrinazgo de Rodolfo Frigerio, uno de los principales exponentes de la corriente político económica desarrollista. Pero como político en funciones, este Larreta tuvo actuación a lado de Oscar Camilión, cuando ocupó el cargo de Ministro de Relaciones Exteriores de la dictadura genocida conocida como Proceso de Reorganización Nacional, y más tarde, como Ministro de Defensa de Carlos Menem. Nadie podría afirmar, y con razón, que esta breve historia genealógica sea prueba suficiente de que los intereses del Jefe de gobierno porteño sean los de la oligarquía argentina. A diferencia de la historia familiar y de clase de un individuo, los genes no determinan el comportamiento moral y político de nadie. Por tanto, volvamos entonces al devenir personal de Horacio, para tratar de entender que es su prosapia la que sigue determinando el corazón ideológico de sus decisiones políticas.

El Horacio Rodríguez Larreta PRO, comenzó su carrera laboral en la petrolera norteamericana Esso. Durante el menemismo estuvo a cargo de las inversiones extranjeras en el Ministerio de Economía y fue gerente general de la ANSES, función que le valió ser acusado por administración fraudulenta y peculado. Luego ocupó el rango de director del FONCAP, y allí también fue investigado por el delito de defraudación de la administración pública. Tiempo después, fue nombrado jefe de campaña de la fórmula perdedora Eduardo Duhalde-Ramón Ortega en 1999. Bajo el gobierno de la Alianza, fue interventor del PAMI, presidente del Instituto de Previsión Social de la Provincia de Buenos Aires con Ruckauf, y finalmente director general de la DGI (Dirección General Impositiva), hoy AFIP.

En 2010, Christian Sanz, el director ejecutivo del periódico Tribuna de Periodistas, hizo efectiva su denuncia en contra del jefe de Gabinete porteño ante el Juzgado de Instrucción número 16 por negociaciones incompatibles con la función pública (causa nº 21.024/10). Allí se pide la investigación del delito de tráfico de influencias que pudo existir, ya que durante años el Gobierno porteño adjudicó obras preferentemente al grupo económico IRSA, la mayor empresa argentina inversora en bienes raíces, de la que su hermano Augusto Rodríguez Larreta era gerente de relaciones institucionales.

Fue en el año 2002 que Larreta se sumó a Mauricio Macri, hombre ligado al poder terrateniente por rama materna, los Banco Villegas, y a la industria por parte de su padre Franco, hoy fallecido. Los dos inauguraron Compromiso para el Cambio, el partido antecesor del PRO.

Este es el hombre que hoy desafía a la democracia, buscando mellar la imagen simbólica que representa Alberto Fernández. Muchas madres y padres negacionistas ven en él a uno de los políticos que les da sentido a su odio ideológico en contra del peronismo, en especial el kirchnerista. Sus decisiones le están agregando a la crisis sanitaria y económica un clima de zozobra, que hace poco por la paz social que siempre declama,y mucho por el sufrimiento del pueblo.

Pero esto es, acaso, la conducta autoritaria en la que ha reincidido su apellido en la historia. Por eso debemos ver en sus decisiones no sólo el vehículo de sus intereses políticos y materiales, sino el producto de una mirada de clase, que lo hace sentirse dueño de la salud y de la vida de la ciudadanía. Algo que siempre oculta detrás de sus gestos afables.

*Decreto de Necesidad y Urgencia; es una norma existente en la República Argentina que, a pesar de ser sancionada solo por el Poder Ejecutivo, tiene validez de ley. Una vez promulgado el DNU, el Congreso tiene las atribuciones para analizarlo y determinar si continúa vigente o no. Este tipo de legislación está contemplado en el artículo 99 inciso 3 de la Constitución Nacional.

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