Por Eduardo Blanco IPP (Instituto para la Producción Popular- Especial para Motor de Ideas)
¿Qué pasa cuando el Estado es un capitalista social?
Transformaciones tecnológicas, viviendas comunitarias, bancos populares/ Ejemplos
( Eduardo Blanco IPP (Instituto para la Producción Popular) Especial para Motor de Ideas) El mito del gasto público como un factor de desorden económico y creador de crisis ha sido uno de los ejes de la teoría económica neoliberal. En esa lógica, el Estado debe abstenerse de participar en la Economía y no generar déficits porque esas políticas llevan al desastre. El resultado destructivo de aplicar esas recetas es conocido, pero lo que no es tan conocido es que en muchos países usar el presupuesto público para atender necesidades sociales o incentivar economías alternativas ha resultado un buen negocio y un factor de desarrollo. Presentamos en esta nota solo ocho ejemplos de los muchos que existen en el mundo de las ventajas que puede generar un uso estratégico y planificado de los estados como capitalistas sociales
VEAMOS:
Energía 100 por ciento renovable en Cádiz (España): La comuna de Cádiz se propuso ser la primera en España que adopte un sistema de energía totalmente basado en las renovables. La Compañía Eléctrica de ese ayuntamiento tiene un capital accionario mayoritariamente en manos del municipio y eso permite que el gobierno local guíe las inversiones energéticas hacia un cambio que permite el acceso a nuevos sistemas que permiten un ahorro a los ciudadanos y a la ciudad. Las decisiones las toma una Mesa de Transición Energética, formada por vecinos organizaciones sociales y el gobierno. Las autoridades calcularon que el cambio significará un aumento del costo energético en los primeros años, pero decidieron absorber ese costo extra para que los usuarios no tengan que pagarlo. En el mediano plazo, ese costo extra se revertirá y la ciudad podrá reducir su costo energético, además de evitarse el gasto del tratamiento de 93 kilos de residuos radiactivos anuales. Naturalmente el capital principal de este proyecto es aportado por el presupuesto municipal.
60 millones de libras para viviendas comunitarias en Londres (Reino Unido): El gobierno londinense aportó en 2018 esa cifra para desarrollar fideicomisos que permitan“una oportunidad masiva y potencialmente de cambio de paradigma para desarrollar nuevos hogares cooperativos y liderados por la comunidad”, de acuerdo con la idea del entonces ministro de Vivienda, AlokSharma. Una parte de ese apoyo financiero está destinado al asesoramiento para organizar a grupos comunitarios para poder llevar adelante los proyectos. No es una medida aislada, a lo largo de Gran Bretaña se han formado 225 fideicomisos con fondos públicos para incentivarla construcción de viviendas comunitarias. Este tipo de proyectos ha logrado contener la especulación del precio de las viviendas en las zonas en las que se desarrollan los planes cooperativos.
Banco Popular (Costa Rica): Creado en 1969, es el tercer banco en importancia del país, se trata de una empresa pública que legalmente es propiedad de los trabajadores. Tiene 1,2 millones de socios, el 20% de la población costarricense. La estrategia de sus inversiones la eligen 290 representantes que son elegidos por todos. El 25% de los fondos se destina a proyectos sociales. Esta particularidad fue un factor central para, por ejemplo, el fuerte desarrollo de las energías renovables en ese país.
Manejo público del agua (Holanda): El problema del manejo hídrico es una preocupación mundial. En Holanda es vital por su particular geografía, que tiene el 25 % del territorio asentada bajo el nivel del mar y con riesgo de inundaciones. Existe un sistema financiado por el Estado que podrían traducirse como “Oficinas del Agua”, entes autónomos que manejan su propio presupuesto. Estas organizaciones determinan cuáles son las necesidades que abarcan los niveles de agua,el tratamiento de aguas residuales, la gestión de la infraestructura, el control de la calidad del agua y la salud de los ecosistemas acuáticos. Está financiado con un impuesto específico que grava más a las viviendas más caras. El sistema, a la vez, es un generador de trabajo permanente basado en cubrir una necesidad social.
Pan del Pueblo, Ankara (Turquía):Este emprendimiento comunal empezó en 1981, a partir de una hiperinflación que elevó el precio del pan, atacando el consumo de un alimento popular básico. Para evitar la especulación, el municipio de Ankara creó una empresa productora de pan con características privadas, pero de capital estatal. Financiada originalmente por el Banco Agrícola (estatal), con participación del municipio de Ankara (40%), el Banco Agrícola (18%), el sindicato de panaderos (16%), la Junta de Cereales (estatal, 11%) y una pequeña participación del 1% de las cooperativas de consumo y de la Cámara de Comerciantes de Ankara.Con el tiempo fueron ampliando la producción e innovando con un departamento de I + D. Hoy elaboran una tercera parte del pan que se consume en Ankara y, por su importancia, regulan el precio de mercado en ese municipio. Generan trabajo en la fábrica (unos 500 trabajadores) y en las sucursales que tienen en toda la ciudad. La administración y las inversiones se manejan con un criterio de empresa privada, el municipio no sólo no pone plata (excepto como inversor) sino que recibe los beneficios de ser el dueño del 40% de la empresa.
Recuperación de las Highlands (Escocia):A principios de la década de 1960, la región de las Highlands e Islas de Escocia estaba prácticamente abandonada y su escasa población sobrevivía con pequeñas unidades agrícolas incomunicadas y con serias dificultades para desarrollarse. A partir de 1965, el gobierno escocés creó una agencia autónoma destinada a reactivar esa zona con financiación estatal y privada, pero atendiendo a un claro proyecto de desarrollo en el que intervinieron especialistas de todas las disciplinas y un fuerte compromiso de las comunidades que se fueron formando. En medio siglo de trabajo, las Altas Tierras escocesas son líderes mundiales en áreas como la energía renovable marina, la cría de salmón, las investigaciones sobre la diabetes, la internet de alta velocidad y la cesión de tierras a las comunidades para su mejor desarrollo, un punto clave del éxito del plan. Es un caso claro de que una fuerte inversión estatal bien planificada no solo puede satisfacer demandas sociales sino que el hacerlo puede ser un excelente negocio en el mediano y largo plazo para el país.
Greenbelt, el municipio cooperativo (EEUU): Surgida como un experimento del New Deal en 1937, la ciudad de Greenbelt, en Maryland, es un curioso caso de comunidad participativa en la que proliferan las cooperativas y las experiencias por fuera del lucro. Sus 24 mil habitantes tienen supermercados, farmacias, cafés, escuelas y hasta compost comunitarios. En los orígenes, Greenbelt fue poblada por familias que debían demostrar su predisposición solidaria. A partir de las primeras 885 viviendas entregadas en 1937, la pequeña ciudad comenzó a desarrollar experiencias cooperativas con el impulso estatal, fundamental para este desarrollo. Cuatro años después, con otras mil casas entregadas, la comunidad ya había creado la Cooperativa Greenbelt, una desarrolladora de negocios comunitarios que incluía una financiera, un gran almacén, una peluquería, el cine de la ciudad y una cooperativa de viviendas. El éxito inicial de esta economía alternativa se interrumpió en la década de 1960, cuando sus cooperativas intentaron expandirse a otras ciudades y no fueron capaces de soportar ese crecimiento. Pero el espíritu cooperativo prevaleció y en 1984 se recuperaron y hasta hoy mantienen una economía autogestionada y alejada del lucro como motor de desarrollo.
Institutos de Investigación (China): En 1980, China era un exportador de materias primas y tenía una tecnología muy limitada. Ese año, el gobierno chino creó 4.690 institutos de investigación a nivel nacional y otros 3.000 institutos a nivel condados (equivalentes a municipios). En esos centros trabajaban 323 mil científicos y técnicos.Esas miles de institucionesfueron un factor central de la expansión económica de ese país, que es hoy líder mundial de manufacturas de alta tecnología. Si bien no es la única intervención del Estado chino como capitalista social, esta inversión fue un indudable motor de todos los sectores productivos que desarrollaron a ese país. Una vez más, no fue un gasto sino una inversión sumamente rentable para el presupuesto público.
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