Alejandro Malowicki. Director de cine-Docente
RESPUESTA AL SR. MAURICIO MACRI*
Sr. Macri:
Soy un director y docente dedicado a filmar películas para las infancias y dar clases sobre el tema. Y las tres premisas que tengo en cuenta al abordar cualquiera de las dos tareas son: no mentir, no infringir ninguno de los Derechos enunciados en la Declaración Universal de Los Derechos del Niño ―incorporada a nuestra Constitución― y que sea muy entretenida.
Luego de leer su nota publicada en La Nación, me detuve a reflexionar acerca de cómo escribiría un guión dirigido a mis audiencias acerca de una historia que se desarrollaría en algunos de los años en que usted ejerció la presidencia de mi país desplegando una serie de medidas que consistieron en el ataque sistemático y permanente violentando la Ley Fundamental de la Nación que es la encargada de garantizar la protección de los derechos básicos de todes les habitantes y en consecuencia también el avasallamiento de los Derechos bien explicitados en la Declaración Universal de Los Derechos del Niño.
Tiro algunas ideas. Suponga que uno de los personajes niño o niña quiere protestar o solicitar algo importante al ministro de salud pero como durante su gobierno usted eliminó al Ministerio de Salud lo sale a buscar pero solo encuentra a un señor policía cuidando un escritorio en la vereda con un cartel que dice ex ministerio al que le pregunta por el ministro pero el policía que empieza a mirarlo mal le hace preguntas hasta que finalmente y de modo chaplinesco lo quiere llevar preso y en una alocada persecución el niño se le escabulle. Los espectadores se reirían, ¿pero de qué se estarían riendo los espectadores? Imagine ahora que nuestro personaje está en una cola larguísima en la puerta de una escuela que en su frente tiene un cartel que dice “No hay vacantes” y trata por todos los medios de adelantarse fracasando en todos los intentos y como sus alardes son cómicos logra que todos los espectadores se rían ¿pero de qué se estarían riendo los espectadores?
Ahora imagine que un médico corre por los pasillos de un hospital exclamando a grito pelado ¡necesito una jeringa! ¡Necesito algodón! y detrás del médico un niño corre también gritando ¡No se lo den, no se lo den! ¡Me quiere poner una inyección!
Posiblemente ésta escena si está bien narrada podría causar risas en los espectadores. ¿Pero de que se reirían? Y ahora una de terror. Imagine que un niño y una niña entrando a una casona muy señorial pero muy venida a menos con una carpeta de dibujos que quieren presentarle al ministro de cultura. Los recibe un monje sentado tras un escritorio que les informa que no existe ningún ministro de cultura pero que pueden hablar con un secretario. Como ellos se niegan el monje los intenta echar, pero en un descuido del monje se escabullen y recorren pasillos y habitaciones todas semi destruidas hasta que finalmente un policía los descubre y salen corriendo a la vez que sueltan las hojas con los dibujos y estos se transforman en los defensores de los niños enfrentando a los policías y al monje.
No creo que necesite de moralejas para entender la “importancia” que su gobierno le adjudicó a la educación, a la salud y a la cultura entre otras inequidades. Y todas ellas en aras de una política denominada “Teoría del goteo”. Gotas que lograron que unos pocos pudientes continuaran colmando sus vasos y los más humildes continúen sin agua. Lo saludo.
*En referencia a la nota publicada en el diario La Nación del 12 de Setiembre de 2020
Alejandro Malowicki. Director de cine-Docente
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