Sociedad

Por Daniel Moreira

Colonia o soberanía: las urnas y la definición del destino de los argentinos

(Por Daniel Moreira) Si nos remitimos al pasado reciente -y no tan reciente- de nuestro país podemos vislumbrar que toda vez que se instala un gobierno de corte neoliberal y oligárquico, las consecuencias son los mismas: ajuste sobre el pueblo, deuda exorbitante, liquidación de los activos del Estado, fuga de capitales. Desempleo, pobreza y exclusión para las grandes mayorías. Enriquecimiento para una porción muy minoritaria de la sociedad.

Una vez finalizados estos períodos, ha sido tarea de los gobiernos populares reconstruir el tejido social, recuperar el crecimiento y poner al Estado al servicio de los más necesitados: avanzar en la construcción de una patria más justa, libre y soberana, bajo la premisa de redistribuir la riqueza para alcanzar la justicia social.

Lamentablemente, hacer futurología no está dentro de nuestras posibilidades. Sin embargo, hay algunas cosas a las que uno puede anticiparse a partir de la propia experiencia. Por eso, ante la incertidumbre de no saber aún que acontecerá en el próximo año, debemos remitirnos a, al menos, dos escenarios posibles para encarar lo que viene.

Por un lado, si gana en las urnas el proyecto actual, como ya anticipó el actual presidente Mauricio Macri iremos “en la misma dirección, lo más rápido posible”. Es decir, que el ajuste será aún más voraz de lo que ha sido en estos cuatro años, aunque cueste imaginarlo: fuerte injerencia del FMI en la economía, reforma laboral, reforma previsional, profundización de las políticas represivas (porque sin ellas el ajuste es imposible de sostener) y privatizaciones. Un proyecto colonial. Un país en que las mayorías se encuentren empobrecidas y subordinadas, sin proyecto industrial ni de desarrollo, sin soberanía, sin dignidad.

Por otra parte, si resulta electo un gobierno popular, como la fórmula encabezada por Fernández-Fernández tampoco será sencilla la cuestión: el próximo gobierno enfrentará vencimientos e intereses en moneda extranjera por un total de 149.000 millones de dólares, riesgo alimentario y un alto desempleo. Lógicamente los condicionamientos serán enormes. No van a ser años fáciles ni de recuperación inmediata. Sin embargo, estamos convencidos de que se apostará por un proyecto de desarrollo industrial, de reconstrucción del tejido social por la vía de un Estado presente y de medidas que recompongan el salario de los trabajadores: los grandes perdedores del gobierno de Cambiemos.

Habrá que negociar con el FMI, sí. Pero no se hará de rodillas, sino defendiendo los intereses de las mayorías y haciéndolos prevalecer por sobre los de los grandes grupos concentrados que tanto han ganado a costa del hambre del pueblo.

Reconstruir lo que han destruido en cuatro años no será tarea rápida y mucho menos sencilla. Pero una cosa es cierta: una vez que se toca el fondo del pozo, lo que se puede hacer es subir o quedar empantanados para siempre. Apostemos a que 2020 sea el comienzo de una salida a la crisis, que incluya a todos y a todas.

(*) Presidente de Asociación Pyme, referente del Frente Productivo Nacional y precandidato a Intendente de Lanús

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