Desmadre y despadre, desde los estereotipos hasta los datos (1)
El patriarcado construye estereotipos de las mujeres, siempre madres, sacrificadas y esforzadas, tan imprescindibles que cuando falta se produce el famoso desmadre, como se denomina al desorden o la pérdida de moderación. Sin embargo, esa valoración del rol materno no impacta en la asignación de recursos, porque las desigualdades de género se mantienen vigentes, y las estrategias para reducirla, aún no han encendido motores.
No es despadre, porque los estereotipos machistas jerarquizan los géneros, asignando aptitudes, debilidades y orientaciones que privilegian a los varones en la actividad pública y alientan a las mujeres y disidencias en las tareas del ámbito familiar. Claro que trabajar en el ámbito doméstico tiene un fuerte impacto porque es trabajo no remunerado y porque impacta en las oportunidades para experiencia laboral y empleos calificados, autonomía económica, y participación en espacios sociales, culturales y políticos.
Es desmadre, y lejos de ser un reconocimiento a las mujeres y la importancia que tienen en los cuidados en todos los sectores socio-económicos, es una falsa reivindicación que omite (sino disculpa) la ausencia del rol de los varones en los cuidados y el trabajo doméstico; pero sobretodo legitima la división sexual del trabajo y su impacto en las condiciones de vida.
Las mujeres trabajamos el doble de horas diarias que los varones en el trabajo dentro del hogar; contamos con mayor tasa en desempleo, aún cuando tenemos mayores niveles de instrucción; y cobramos ⅔ del salario de los varones, por igual tarea.
Un informe de la UNDAV(2) sobre datos de los últimos meses del 2018, observa que en el 10% de la población con menos recursos, 7 de 10 son mujeres, mientras que en el 10% de mayor ingresos las mujeres sólo son 3 de cada 10 personas. El informe plantea que la feminización de la pobreza puede observarse con los datos, sobretodo considerando que el 60% de los hogares más pobres son monoparentales con mujeres a cargo del hogar.
Los estereotipos son disparadores, una sociedad no puede iniciar un camino contra las desigualdades sólo discutiendo con los estereotipos en el plano de los simbólico, sino que debe reforzar con definiciones políticas ejecutivas que provean partidas presupuestarias y obra pública. Construir espacios de cuidados, desarrollar escuelas doble jornada, guarderías y centros de día, permitirá a las mujeres y disidencias desarrollarse en su comunidad, contando con instituciones que les respalden.
1-Laura Ximena Iturbide. Politóloga y docente universitaria (UNRN)
2-“El ajuste sobre las mujeres” Informe (UNDAV) 2019 https://www.undav.edu.ar/general/recursos/adjuntos/23037.pdf
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