Sociedad

Por Marcos Doño

RAFAEL "TUTA" KOHANOFF: EL EMPRESARIO SOCIAL

(Por Marcos Doño) La partida del dirigente empresarial Rafael "Tuta" Kohanoff, deja tras de sí una huella que muchos empresarios deberían decidirse alguna vez a transitar. Su mirada social no fue la de un emprendedor encerrado en sus balances numéricos ni en la idea de que la producción deba ser sólo el trampolín de una acumulación desligada del compromiso con el prójimo. Dirigente, empresario e inventor prolífico, Kohanoff fue de la estirpe de esos hombres incansables y transformadores que nos mostraron el camino que la Argentina debería volver a emprender para provocar un cambio profundo en su estructura económico social, que nos aleje del modelo de empresas para las que los salarios bajos son un axioma de la acumulación desmedida, y los Estados que buscan el bienestar común, el enemigo a combatir.

Pero que mejor que escuchar las propias palabras de quien no sólo soñó una sociedad más justa sino que supo aunar su conciencia social a la acción política, con logros que hoy pueden parecernos inalcanzables.

Esta fue la última de conferencia de este “joven emprendedor de 94 años”,que nos acaba de dejar por culpa del Covid19. Se fue con la conciencia y la honestidad que siempre lo tuvieron en la vereda de enfrente de aquellos empresarios para los que la depredación del prójimo y la acumulación desmedida de riquezas son su modo de vida. En sus palabras está encerrada la posibilidad de generar una sociedad, en la que la justicia social no sea sólo una entelequia.

Rafael Kohanoff: “Estoy abocado a varios proyectos, indicando cuál es el nuevo rol de las personas mayores que se jubilaron, que cambió totalmente en los últimos tiempos, y ayudando a que lleguen en buenas condiciones, trabajando en el tema de cómo se transfieren las tecnologías, que son objeto del apoyo del Estado, para desarrollar tecnologías accesibles, pero sobre todo viendo cómo se enfoca el tema de la pobreza.”

“De mi pueblo solamente dos o tres chicos habían ido a estudiar. Y, no era tan fácil. Y yo, de adolescente, sentía una responsabilidad, y analizando las distintas carreras que había, me sedujo un nombre: Facultad de química industrial y agrícola”. No sé por qué, pero viviendo en el interior del país uno ve la pobreza, ve las desigualdades de otra manera, y yo sentía esta necesidad de que la gente no tuviera hambre, y pensé, voy a estudiar ingeniería química y voy a hacer, a descubrir e inventar los alimentos baratos para que termine el hambre en el mundo. La idea de la desigualdad daba vueltas en mi cabeza. Por eso estudié ingeniería química. Pero en ese momento, el trabajo para los ingenieros químicos estaba en manos de las empresas multinacionales. Entonces encuentro trabajo en una empresa multinacional que fabricaba nylon. Pero algo sucedía allí que me llamaba la atención: el producto, la media de nylon, se rompía en cantidades durante el proceso. El resultado era que se tiraba ese material de descarte, lo que me llevó a investigar hasta que logré transformar ese residuo en fibra sintética, que al mezclarla con lana se logró la primera tela de la Argentina reforzada con un 10% de nylon. Luego de eso, me desempeñé en otras fábricas hasta independizarme por completo. Así logré hacer más de diez empresas exitosas. Pero esto no era lo que me quitaba el sueño, porque lo que tenía en la cabeza era la posibilidad de intervenir en la pobreza.”

“Con ese propósito, creé la Confederación Interamericana de Ingeniería Química, y me dije: entre todos los ingenieros químicos de América vamos a ver cómo solucionamos el tema. Pero no, los ingenieros no teníamos fuerza para lograr ese cambio en la sociedad. Entonces me dije, acá los que tienen fuerza son los empresarios. Hablo del año 70, dictadura, represión, inflación, desempleo.”

“Fue en ese contexto que entré a trabajar a la Confederación General Económica, justamente en un momento en que en el país se estaba generando el deseo en la sociedad de que realmente se terminara con es dictadura y llegáramos a tener un gobierno que representara que propugnara la justicia social, logrando eliminar las desigualdades, logrando independencia y desarrollo económico y la industrialización. Tuve la suerte de participar en esto que se llamó el acuerdo de trabajadores y empresarios nacionales, al que luego se sumaron los partidos políticos; les estoy hablando de un proceso en el que cuando en el 73 se hacen las elecciones, el 80% de los partidos políticos tenían coincidencias en todas estos temas de los que les estoy hablando.”

“Finalmente, cuando se ganan las elecciones, en cuatro meses se aprueban por unanimidad las leyes propuestas para este desarrollo. Y les digo esto porque me parece que ojalá la historia de nuestro país se repita, acaso porque en ese proceso en el que el grueso, la mayoría de la sociedad argentina, coincidente con su gobierno, aplicó una política de búsqueda de la equidad social y del desarrollo industrial, se logró arribar a un 3% de desempleo y se bajó la pobreza al 4%. Y hoy tenemos un 35% de pobreza, algo inaudito.”

“Después de todo: ¿el trabajo, qué es sino dar respuesta a una necesidad o a un problema? Entonces, lo que hay que hacer es generar trabajo en esta dirección, en cómo podemos poner la tecnología al servicio de los sectores vulnerables. Es decir, si nosotros solamente pensamos a la tecnología sólo para competir y ganarle al otro, estamos con la tecnología detrás del mercado, detrás de los negocios. Así, la tecnología pierde su rol y su valor de ser la transformadora de la sociedad que buscamos, que queremos. Por eso es el Estado, en su relación con las empresas nacionales y los trabajadores, la clave del desarrollo equitativo, con justicia social.”

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